Z.G. Libros de Judaísmo
Zalman Grunman
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SHABAT
El Shabat es el emblema del Pacto entre D' y el pueblo de Israel, como está escrito (Éxodo 31:17): "El Eterno le habló a Moshé, diciendo: «Y tu háblales a los Hijos de Israel, diciendo: Sin embargo, debéis observar Mis días de Shabat, pues es la señal entre Mí y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que Yo soy El Eterno, Quien os santifica. Observaréis el Shabat, pues es sagrado para vosotros; los que lo profanen ciertamente morirán porque todo el que haga en él labor, esa alma será truncada del seno de su pueblo. Durante seis días podrán realizarse labores y el séptimo día es día de absoluto descanso, es sagrado para El Eterno; todo aquel que haga trabajo el día de Shabat ciertamente será muerto. Los Hijos de Israel observarán el Shabat, para hacer al Shabat pacto eterno por sus generaciones. Entre Mí y los Hijos de Israel es señal eterna, porque El Eterno hizo el cielo y la tierra en seis días, y el séptimo día cesó y descansó».
A pesar de ser el séptimo y último, es el día más importante de la semana. Esto también se refleja en el hecho que en hebreo los demás días de la semana no tienen nombre propio sino que se denominan en relación al Shabat[1]. Además, al día de Shabat también se lo denomina "semana -shavúa-", para indicar que lo fundamental en el ciclo semanal es descansar en el séptimo día y no realizar ninguna de las labores prohibidas -melajá-.
Existen tres asuntos principales que se manifiestan en el cumplimiento del Shabat.
1) Recuerdo de la Creación del Mundo- Al respetar Shabat atestiguamos que: "… El Eterno hizo el cielo y la tierra en seis días, y el séptimo día cesó y descansó". Al abstenernos de toda actividad creativa, atestiguamos que D' creó a toda la Creación. Hay quienes equivocadamente suponen que Shabat es un feriado, como el domingo para los gentiles. Pero realmente el descanso prescripto en la Torá no atañe en particular a faenas trajinosas. Quien carga en el dominio público un pañuelo, está profanando al Shabat así como quien carga allí bolsas de cemento.
2) Quien respeta Shabat demuestra que tiene confianza en D'. Tiene claro que es D' Quien hace que uno tenga éxito en sus negocios y por consiguiente durante veinticuatro horas no precisa en absoluto preocuparse por su trabajo, cumpliendo así Su Voluntad. Para el raciocinio humano, observar Shabat absteniéndose de trabajar y de procurar el sustento por un día entero, parece ser un considerable desperdicio de tiempo. Sin embargo, lo cierto es que quien interrumpe sus labores, demuestra que no se apoya en su esfuerzo por conseguir su sustento, sino que, deposita su confianza en D', que ordenó cumplir Shabat, a sabiendas de que cesar sus faenas no le ocasionará ninguna pérdida, sino que al contrario, tendrá éxito por cumplir Su Voluntad.
3) El Shabat es el día en que no se trabaja, para que todos puedan dedicarse al servicio Divino. Abandonamos los asuntos terrenales y nos concentramos en la espiritualidad. Esto se compara a la vida en Mundo Venidero, en el cual no hay preocupaciones mundanas, sino que las almas se sumen en asuntos celestiales. Análogamente, sucede con el Shabat, se deja de lado todo sufrimiento y preocupación terrenal para aplicarse a la elevación del nivel espiritual. Es como si en Shabat se estuviera habitando otro mundo, un mundo puro eterno.
Estos tres asuntos se mencionan en los rezos de Shabat. En el rezo del viernes de noche -Leil Shabat- declaramos que el Shabat es: "el propósito de la Creación de los cielos y de la tierra…en el cual D' reposó de toda labor", es decir, el motivo del reposo es que atestigüemos acerca de la Creación cuyo propósito es que todo ser humano agradezca a D'. En el rezo matutino pronunciamos: "Y no lo entregó D' a los demás pueblos… todos se saciarán de Tu Bondad", es decir, se trata de un día especial entregado al Pueblo de Israel, por medio de cuyo cumplimiento gozamos de Su Bondad.
El tercer asunto es mencionado en el rezo vespertino -Minjá- "un día de santidad y de descanso, has dado a Tu Pueblo", es decir, el propósito del descanso es lograr la santidad, para dedicarlo a asuntos espirituales y para desconectarnos de los asuntos mundanos.
En Shabat no sólo recordamos la Creación del mundo sino que también rememoramos la Salida de Egipto. En este día nos privamos de hacer labores para re-vivenciar la liberación de la esclavitud en Egipto, que tuvo por objetivo hacernos acreedores a la sumisión al Yugo Celestial en la Recepción de la Torá al llegar al Monte Sinaí. Y puesto que el propósito del Éxodo de Egipto fue la aceptación del Yugo Celestial, lo dedicamos lo máximo posible este día, a asuntos espirituales. Ciertamente, la rememoración de la Salida de Egipto se relaciona con la rememoración de la Creación del mundo, puesto que el propósito de la Creación del mundo es servir a D' y difundir Su Reinado y estos propósitos se materializaron en la Salida de Egipto.
La profusión de milagros que presenciamos en aquel entonces, reveló la Unicidad de D'. Al liberarnos de la esclavitud, nos adquirió para que seamos Sus esclavos. Aprendemos de aquí que la Salida de Egipto completó el propósito de la creación.
En dos pasajes de la Torá están escritos los Diez Mandamientos. Pero según la tradición, en la Parashat Itró figura el texto grabado en las Primeras Tablas de la Ley, mientras que en la Parashat Vaetjanán figura el texto grabado en las Segundas Tablas. Si bien ambos pasajes mencionan el precepto de Shabat, hay entre ambos varias diferencias; por ejemplo, en la Parashat Itró está escrito: "Recuerda al día de Shabat", mientras que en la Parashá Vaetjanán está escrito: "Cuida al día de Shabat para santificarlo".
En el Tratado de Rosh Hashaná (27a) está escrito que ambos Mandamientos fueron enunciados y oídos a unísono, para enseñarnos que "recordar" se refiere a los preceptos positivos, es decir, santificar al Shabat y ocuparse de asuntos espirituales. Mientras que "cuidar", alude a las prohibiciones, abstenerse de realizar trabajos prohibidos. Ambos están relacionados, porque uno de los motivos del abstenerse de efectuar trabajos es para ocuparse de asuntos espirituales.
La opinión popularmente generalizada es que el Día del Perdón es de mayor severidad que el día de Shabat. Por este motivo, paradójicamente hay quienes en su ignorancia, profanan Shabat, pero ayunan en el Día del Perdón y asisten a la sinagoga. Están gravemente errados, puesto que realmente Shabat es más severo que el Día del Perdón, como lo demuestra el hecho de que la Torá prescribe para quien profana el Shabat advertido por testigos presenciales, la pena capital por lapidamiento -sekilá-, en tanto que quien profana el Día del Perdón, es punido por los Cielos sólo con la aniquilación del alma -karet-. Si bien dicho castigo es muy severo, porque su alma se desconecta completamente del Mundo Venidero, de todos modos, el hecho que no sea condenado a muerte refleja que su culpabilidad es menor.
La diferencia entre ambos días sagrados, radica en que Shabat es una señal del Pacto con D' y es uno de los pilares de la fe judía, mientras que la santidad del Día del Perdón es paralela a la de los demás días festivos, siendo su contenido, la expiación de nuestras transgresiones. En efecto, la idea del Shabat es completamente distinta a la del Día del Perdón.
En el Día del Perdón, uno ayuna y se abstiene de todo placer físico. Está prohibido comer o beber y nos congregamos en la sinagoga rezando y suplicándole a D' que decrete un buen año. Cada uno se arrepiente por haber perseguido los placeres mundanos y haber desdeñado su crecimiento espiritual. Mientras que Shabat es todo lo opuesto. Rige el precepto de deleitarse con manjares, está prohibido preocuparse e incluso pensar en asuntos que puedan entristecer, se debe santificar el mundo material, porque el propósito de este día es que lo mundano sea utilizado para crecer espiritualmente. Por tal motivo se santifica al Shabat por medio del Kidush sobre el vino, al cumplir el precepto de comer y beber cumplimos la Voluntad Divina. En resumen, en este día transformamos lo material en espiritual, lo cual nos incita a que también durante los demás días de la semana utilicemos a este mundo como medio para servir a D' y convirtamos al mundo terrenal en mundo espiritual.
En el Tratado de Avodá Zará (3a) se enseña que en el futuro, cuando los demás pueblos soliciten recompensa equivalente a la del Pueblo de Israel, D' les dirá: "Quien se esforzó en la víspera de Shabat, comerá en Shabat y quien no se esforzó en la víspera de Shabat, ¿qué comerá en Shabat?"
"Los preparativos para Shabat" es una metáfora para expresar que hay que prepararse para la vida en el Mundo Venidero. Quien en vida no dedicó horas al estudio de la Torá ni al cumplimiento de los preceptos, cuando llegue al Mundo Venidero se percatará de que desperdició toda su vida en vanidades. Entonces suplicará que le den la oportunidad de bajar nuevamente a este mundo, pero ya será demasiado tarde. Pero quien se esforzó en el estudio del Torá y se esforzó en cumplir los preceptos, descubrirá que atesoró una riqueza espiritual, bienes eternos. Si meditamos acerca de este principio, mereceremos una gran bendición tanto en este mundo como en el Venidero.
En el Tratado de Shabat (88b) se relata: Cuando Moshé subió a las Alturas, exclamaron los entes celestiales ante D': ¡Amo del Universo! ¿Qué hace un ser humano entre nosotros?
Les respondió: Vino a recibir la Torá.
Le replicaron: "¿Acaso Tu tesoro preciado, que se mantuvo oculto por las novecientas setenta y cuatro generaciones previas a la Creación del Mundo, Te dispones a entregarlo a un ser humano?
Le dijo D' a Moshé: ¡Contéstales!... Les increpó Moshé: "Recuerda al día de Shabat para santificarlo", ¿Acaso ustedes realizan faenas de las cuales necesiten descansar?...
Podemos inferir de aquí que Moshé Rabeinu les insinuó que puesto que el propósito de observar Shabat es santificar la materia y las labores de los días hábiles, siendo que los entes celestiales no tienen ninguna relación con el mundo físico y sus labores, no tienen ninguna relación con el Shabat. Eran entonces precisamente los seres humanos, el pueblo de Israel, quienes por medio del cumplimiento del Shabat se santificarían y se harían aptos para recibir la Torá.
El Rambam (Hiljot Shabat 24:12-13) explica el motivo de la prohibición de Muktze: "Nuestros Sabios prohibieron trasladar algunos objetos en Shabat como uno lo hace en los días hábiles, ¿por qué lo prohibieron? Para que no sea como un día hábil y vaya a levantar o arreglar utensilios de una esquina a otra, etc. ya que está vacante, sentado en su casa procurándose algo para ocuparse, resulta que no descansó sino que anuló el motivo escrito en la Torá: "para que descanse…". Además siendo que parte del pueblo no tiene profesión y nunca trabaja… si estuviese permitido ir, hablar y trasladar objetos como en los demás días de la semana, resulta que no se notaría que descansó en Shabat". Es decir, las leyes de Muktze fueron fijadas para fortalecer la sensación de descanso y cese de labores.
En el Tratado de Beitzá (16a) leemos que en Shabat cada judío recibe una alma extra -neshamá ieterá-, pero sólo quien se prepara para recibirla, percibe su presencia. ¿A qué se compara?
A quien encargó a un sastre que le confeccionara un traje nuevo a medida. Cuando el traje nuevo llegó a sus manos, lo vistió en su casa, advirtiendo indignado que le quedaba estrecho. De inmediato, se dirigió al sastre quejándose. Éste le solicitó que vistiera nuevamente el traje en su presencia y comprendió que el problema radicaba en que el cliente había vestido el traje nuevo sobre su ropa diaria.
Análogamente, en Shabat la persona percibe al alma extra, siempre y cuando quite de encima todas sus vestimentas comunes, se santifique y purifique antes de la llegada del Shabat, abandonado las transgresiones y las malas costumbres que lo acompañaron durante los días hábiles.
Quien nunca experimentó la santidad del Shabat no es capaz de entender cuál es su propósito, ni entenderá el gran regalo otorgado por D'. En el Tratado de Shabat (119a) se relata que el césar Antoninus (Marco Antonio), cuando comió junto a Rabí en Shabat le dijo que saboreaba en los alimentos un gusto indecible que no pertenecía a este mundo. Le esclareció Rabí: "Disponemos de un condimento especial llamado "Shabat"". Porque la santidad del Shabat influencia también a los alimentos mundanos y les da un sabor especial. También influye santidad a los demás días de la semana.
Del cumplimiento del Shabat aprendemos también un gran principio: Está prohibido ser esclavo del dinero, nuestro único Amo es D'. Cuando el Verdadero Patrón exige al judío que cese sus labores, así hará. Varios de entre los judíos que inmigraron al continente americano, tuvieron que enfrentarse a este temible desafío; aquellos que no supieron sobrellevarlo cortaron toda relación con la fe judía. A lo largo de las generaciones, nuestro pueblo sufrió enormemente por el cumplimiento del Shabat. Grandes enemigos del pueblo de Israel, como los griegos, los romanos, los inquisidores, los zares de Rusia, los comunistas, por mencionar a algunos, se propusieron anular el cumplimiento del Shabat y decretaron severos decretos. Los judíos entregaron sus vidas intransigentemente.
Lamentablemente, en la actualidad, numerosos judíos no han recibido una educación observante. Por tal motivo, no saben apreciar la importancia del Shabat y lo profanan. No obstante, no podemos compararlos con aquellos execrados por nuestros Sabios por haber profanado al Shabat públicamente, con todo lo que esto significa para la ley judía, porque estos contemporáneos están permanentemente sometidos a atender a los medios de comunicación en masas, que menosprecian la observancia de los preceptos. Por ello se los considera como si desde pequeños hubiesen sido raptados por gentiles -tinokot shenishvú ben hagoim-. ¡Qué pena que pierdan el placer espiritual que conlleva el cumplimiento de los preceptos!
En el versículo está escrito: "Y cuidarán al Shabat", lo que significa que debemos hacer lo máximo posible por nuestro propio cumplimiento del Shabat y velar para que también los demás lo cumplan.
En el Tratado de Shabat leemos: "Si el Pueblo de Israel cumpliera dos Shabatot de acuerdo a la Ley Judía, serían redimidos del Exilio de inmediato", porque por el mérito del cumplimiento del Shabat, el propósito de la creación, vendrá la Redención y el mundo llegará a la perfección.
[1] El domingo se llama "Día Primero", el lunes "Día Segundo", etc., hasta el viernes que se llama "Día Sexto".
EL ENCENDIDO DE LAS VELAS DE SHABAT
1-Es una obligación encender las velas de Shabat. Nuestros Sabios z"l fueron muy rigurosos con este precepto, a tal punto que obligaron incluso a un indigente, a que pida limosna o venda su vestimenta a fin de conseguir velas y encenderlas en honor del Shabat.
2-Esta obligación rige tanto para hombres como para mujeres. Sin embargo, se acostumbra que sean las mujeres, quienes las enciendan; ellas están más obligadas en este precepto que los hombres, porque habitualmente se encuentran en el hogar, y se ocupan de las labores domésticas. Otra razón es que el Primer Hombre -Adam Harishón-, era considerado la "Luz del mundo", es decir, fue creado para ser inmortal. Sin embargo, su esposa Eva -Javá- le provocó transgredir la Palabra Divina de no comer del Árbol del Entendimiento, lo cual conllevó el castigo Divino de ser mortal. Se considera a Javá la responsable de haber "apagado" la "Luz del mundo"; por lo tanto para corregir esta transgresión se le ordenó encender las luces de Shabat. Si la esposa no se encuentra en el hogar, por ejemplo si tuvo familia y está internada, el marido las enciende pronunciando la bendición correspondiente.
3-Aunque la mujer enciende las velas, es apropiado que el marido las prepare. ¿Cómo las prepara? Si las enciende con aceite de oliva, él ha de colocar el aceite y las mechas. O bien, que encienda las mechas y las apague inmediatamente, para que luego su luz brille más. Si utiliza velas de cebo o parafina que dan buena luz, no es necesario encenderlas y apagarlas; su preparación es sólo colocarlas en el candelabro. Según la opinión de ciertas Autoridades, también si utiliza velas de cebo es correcto encenderlas y apagarlas.
4-La mejor manera de cumplir este precepto es encenderlas con aceite de oliva. Éste es un gran mérito segulá- para ser bendecido con hijos eruditos de la Torá. La mayoría de las mujeres encienden con velas de parafina, ya que su luz es clara y linda.
5-Se acostumbra a encender dos velas, correspondientes a los dos versículos referentes al Shabat, "Zajor" y "Shamor". Hay quienes acostumbran a encender según la cantidad de hijos, agregando una vela por cada niño que nace. Cada uno ha de seguir su costumbre familiar.
6-Si una vez olvidó encender las velas, en lo sucesivo deberá encender una vela adicional.
7-Se ha de ser muy precavido de no retrasar el encendido de las velas. El marido debe prestar atención para que su esposa encienda en el horario correspondiente. Si teme que ya llegó el horario de la puesta del sol, se prohíbe realizar cualquier melajá (los trabajos prohibidos en Shabat), por lo tanto no se permite encender las velas, ya que quizás sea ya noche (Shabat), y no se debe entrar en la duda de que quizás esté profanando el Shabat, aun con la intención de cumplir un precepto.
8-Las mujeres acostumbran a recibir al Shabat con el encendido de las velas. Por lo tanto, luego de encenderlas tienen prohibido realizar cualquier clase de melajá. En caso de necesidad, por ejemplo si aún no rezó Minjá, o si concurre al mikve en la noche de Shabat y anticipa el encendido de velas, se permite condicionar antes de encender, incluso pensándolo (no es necesario pronunciarlo), que no desea recibir el Shabat al encender las velas. De esta manera, se le permite realizar labores hasta unos minutos antes de la puesta del sol.
9-Esta última ley también se aplica, respecto a comer o beber antes del Kidush. Al encender las velas, o desde el momento en que recibió al Shabat con anticipación, está prohibido comer o beber sin previamente pronunciar el Kidush. Pero si no recibe al Shabat, se le permite hasta unos minutos antes de la puesta del sol.
10-Debe haber luz en todas las habitaciones que serán utilizadas en Shabat, para no tropezar en la oscuridad. (Esto se refiere a habitaciones que no reciben iluminación de otros lados). Sin embargo, primordialmente el precepto de encender las velas, rige en el recinto donde realiza la cena de Shabat. Por lo tanto, allí se recita la bendición correspondiente al encender estas velas, y se exime la bendición por las velas en las demás habitaciones.
11-Las velas se deben dejar en el lugar donde se encendieron, y no se las trasladará de un lugar a otro.
12-La ley para la mujer que se hospeda en Shabat, es la misma que la de aquella que permanece en su propia casa. Por lo tanto, enciende las velas pronunciando la bendición correspondiente en el salón comedor, a pesar de que también enciende (sin bendecir) en su habitación. Sin embargo, si comen en una casa y duermen en otra, encenderán las velas en la habitación donde duermen. Se cumple la obligación de encender velas en el lugar de la cena, con las velas que enciende la anfitriona. En momentos de apremio, por ejemplo, al aproximarse el comienzo del Shabat, si ya se encuentran en el salón donde van a comer, se les permite encender allí las velas. De todas maneras, en el dormitorio debe haber luz, como explicamos en el inciso 10.
13-La obligación de encender las velas de Shabat rige también para los jóvenes que pasan el Shabat fuera de casa, por ejemplo, los estudiantes en la Ieshivá o las alumnas en el seminario, aun si los padres encienden las velas en sus casas. Hay quienes acostumbran a que solamente uno de los estudiantes encienda las velas en el salón comedor de la Ieshivá pronunciando la bendición correspondiente y exima a sus compañeros. Si el salón comedor es grande, se ha de encender varias luces para esté bien iluminado. Los estudiantes también deben encargarse de que el dormitorio esté iluminado, para no tropezar. No obstante, es preferible no encender en el salón comedor, sino que uno de los estudiantes encienda las velas con la bendición correspondiente, en el dormitorio, eximiendo a sus compañeros de cuarto. Éstos han de participar en los gastos del aceite, las mechas o las velas. De esta manera, se cumple el precepto a priori. (Lo mismo se aplica a las alumnas en el seminario).
14-En aquellos casos en que encienden las velas en el dormitorio pronunciando la bendición correspondiente, se ha de tomar la precaución que queden encendidas hasta que regresen a la habitación y tengan provecho de esa luz. De lo contrario, la bendición pronunciada habrá sido en vano.
15-Cuando varias familias comen en un mismo salón (por ejemplo, en una celebración familiar o en un hotel) se acostumbra que cada una encienda y pronuncie la bendición correspondiente. Los sefaraditas acostumbran que sólo uno de ellos pronuncie la bendición para todos los presentes, o que enciendan los demás en el pasillo o en el dormitorio. Ya vimos en el inciso 12, que también para los askenazitas, si no comen en la misma casa en que duermen, es apropiado que pronuncien la bendición en el dormitorio.
16-El invitado está exento de encender velas, si come de la comida del dueño de la casa. Pero si dispone de comida propia, debe encenderlas por su cuenta o darle al dueño de la casa el valor de una perutá (moneda de valor ínfimo) para asociarse en el encendido. Un invitado casado no precisa asociarse con su anfitrión, porque su esposa enciende las velas en la casa con la intención de eximirlo. Sin embargo, si le asignaron un dormitorio exclusivo para él, debe encender allí, pronunciando la bendición. Esta Halajá también se aplica al invitado que recibe la comida del dueño de la casa.
La costumbre de la mayoría de las comunidades sefaraditas y yemenitas es pronunciar la bendición y luego encender las velas.
La costumbre de las comunidades askenazitas, en cambio, es encender primero las velas, cubrirse los ojos con las manos para no disfrutar de la luz, hasta haber pronunciado la bendición, y bendecir: Baruj Atá A-do-nai E-lo-henu Mélej Haolam Asher Kideshanu Bemitzvotav Vetzivanu Lehadlik Ner Shel Shabat. Bendito eres Tu D', Nuestro D', Rey del Universo, que nos santificaste con tus mandamientos y nos ordenaste encender las velas de Shabat. Luego descubre los ojos y se le permite disfrutar la luz.
Nuestros Sabios aprendieron del versículo (Proverbios 6:23): "Pues, es una vela cada precepto -de la Torá-; y la Torá es Luz", que por mérito del encendido de las velas de Shabat gocemos de la luz de la Torá. Por lo tanto, es apropiado que al finalizar el encendido de las velas, la mujer pida a D' que la haga merecedora de tener hijos eruditos de la Torá. Las mujeres acostumbraron a agregar aquí pedidos y súplicas, cada una según su necesidad.




