Capítulos del libro Shulján Halevavot
- Zalman Grunman ZG Libros de Judaísmo
- 11 jul 2023
- 7 Min. de lectura
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EL AMOR A LA GENTE
1. Puesto que D' ama a cada judío, debe también cada uno, amar al prójimo como a sí mismo. Como está escrito: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". Enseñaron nuestros Sabios z"l: "Es éste un principio fundamental de la Torá: "Lo que no te gusta que te hagan, no le hagas a los demás". De aquí aprendemos que hay que procurar el bien para cada compañero y en general, para todo el pueblo judío.
2. Cada uno debe alabar al prójimo y cuidar su peculio del mismo modo que cuida su propio peculio. El honor del semejante ha de ser preciado ante sus ojos como el honor propio. Ha de amar y apiadarse de su compañero como se apiada de sí mismo, tratará de beneficiarlo, se alegrará por sus alegrías y sufrirá cuando él sufra. Todo diálogo que entable, lo hará siempre con tono sereno, aprecio y respeto.
3. Este precepto rige en todo lugar y en toda época. Quien descuida el peculio de su prójimo o lo daña o le hace sufrir, está anulando este precepto positivo y debe resarcir el daño ocasionado.
4. Del versículo (Levítico 19:17): "No odiarás a tu hermano en tu corazón", se aprende que hemos de borrar el odio de nuestro corazón. El odiar al prójimo conlleva graves secuelas y ocasiona transgredir varios preceptos. Por ejemplo, hablar maledicencia. Según nuestros Sabios, se considera que una persona odia a otra si se abstiene tres días de conversar con ella.
5. Quien se honra con la humillación de su prójimo, pierde su parte en el Mundo Venidero. Incluso si el vilipendiado no está presente y no se entera ni se avergüenza, sino que compara sus actos y su sabiduría con los de su compañero, para que los demás lo admiren a él y desprecien a aquél.
6. Es un precepto amar a quienes se dedican al estudio de la Torá. Quien sorprende a otro judío transgrediendo algún precepto y lo reprocha, pese a lo cual, posteriormente aquel reincide en su transgresión, está autorizado a odiarlo hasta que se arrepienta. Quien odia a su prójimo por cuestiones personales, no porque aquél sea un transgresor y se le presenta la disyuntiva de ayudar a su odiado o a alguno de sus amigos, está obligado a ayudar precisamente al odiado. Tal conducta es un invalorable recurso para doblegar al instinto del mal. Si en cambio, quien precisa ayuda es un transgresor, no hay obligación de ayudarlo a costa de un amigo.
7. Está prohibido entablar amistad con un malvado. Quien lo hace para adularlo, no tendrá en el Mundo Venidero derecho a gozar de la Presencia Divina.
8. A quien no tiene fama ni de justo ni de malvado, se lo debe juzgar favorablemente, aunque aparentemente, está actuando malamente. Si en cambio, se trata de una persona de reconocida fama de justo, incluso si el acto propiamente dicho es maligno, de todos modos, se lo ha de juzgar para bien, porque seguramente se equivocó e indudablemente ya alcanzó a arrepentirse. De tratarse de quien tiene fama de malvado, se lo ha de juzgar desfavorablemente, incluso si hizo un acto completamente bueno, porque seguramente lo hizo sólo para satisfacer sus intereses.
9. Todo marido debe amar a su esposa como a sí mismo y la honrará con ropas y joyas más que a sí mismo. Cada uno según sus posibilidades económicas. No le impondrá temor excesivo y dialogará con ella amablemente y evitará ser irascible o depresivo.
10. La comunidad ha de designar gente idónea para apaciguar querellas entre marido y mujer y entre vecinos.
11. Es un precepto amar a los conversos, como está escrito (Deuteronomio 10:17): "Y amaréis al converso porque vosotros fuisteis extranjeros en la tierra de Egipto".
12. Está escrito en la sección de la Torá acerca de la mujer sospechosa de adulterio, que D' ordenó borrar Su Nombre con tal de hacer la paz entre marido y mujer. El preservar la paz en la humanidad se cuenta entre los principales objetivos de la entrega de la Torá. Como está escrito (Proverbios 3:17): "Sus caminos, son caminos de paz y todos sus senderos conducen a la paz". En Tana Debei Eliahu (cap. 28) se enseña: "Le dijo D' a Israel: Hijos preciados… ¿Cuánto les exijo? Nada más que se amen unos a otros, se honren unos a otros, teman unos de otros y no se encuentre en ustedes ningún engaño, robo o u otro asunto desagradable".
SERÉIS CONSAGRADOS
1. Está escrito (Levítico 19:2): "Háblale a toda la asamblea de los Hijos de Israel y diles: Santos seréis, pues Yo soy Santo, El Eterno, vuestro D'". Explicaron nuestros Sabios (Tratado de Ievamot 20a): "Santifícate a ti mismo en lo que tienes permitido". Aquí nos fue ordenado apartarnos de lo mundano, aun si está permitido. La intención de la Torá al ordenar este precepto, es que nuestro intelecto gobierne a la pasión desenfrenada por los placeres terrenales. Como es sabido, el dejarse gobernar por los apetitos, es la raíz de todas las transgresiones. Por medio de este precepto nos acercamos a D'.
2. Aquí también se incluye la prohibición "No iréis tras vuestros corazones", que alude a la prohibición de idolatría, "ni tras vuestros ojos", que alude al adulterio. La satisfacción de las exigencias del cuerpo es aceptable cuando se lo hace como ayuda al servicio a D'.
3. Rabí Iehudá el Príncipe, dice: Todo aquel que se somete a los placeres mundanos, le vedan los deleites del Mundo Venidero; en tanto que, quien no se somete a los placeres mundanos, le aguardan los deleites del Mundo Venidero.
EL ESTUDIO DE LA TORÁ
1. Cada judío debe estudiar Torá. Tanto pobre como pudiente, sano o enfermo, joven o anciano, aun quien acude por limosna a las puertas de las casas; aun si está casado y atareado por la crianza de sus hijos. Todos tienen la obligación de fijar un tiempo para estudiar Torá, tanto de día como de noche, como está escrito (Iehoshúa 1:8): "Y te dedicarás a ella de día y de noche".
2. Después del rezo matutino hay que ocuparse inmediatamente del estudio de la Torá. Ese tiempo que se dedica al estudio de la Torá debe ser fijo. No se ha de anular, calculando que si se dedicaran esos minutos al trabajo, se obtendrían pingües ganancias. También quien no sabe estudiar, ha de concurrir a la sinagoga o a la casa de estudio y será recompensado por haber ido. Obviamente, también en cualquier sitio donde uno se halle puede dedicarse al estudio de la Torá según sus posibilidades. Donde le resulte imposible estudiar, por lo menos pensará en asuntos que le conduzcan al temor a D'.
3. Es una obligación estudiar cada día la Torá Escrita, los Profetas, los Ketuvím, la Mishná, la Guemará y Halajá. Aquellos que sólo se dedican a estudiar tres o cuatro horas por día, no han de limitarse solamente a la Guemará, sino que deben estudiar también cómo se aplica la Ley en la práctica. Cada uno según su entendimiento.
4. El estudio de la Torá se superpone a todos los demás preceptos (Tratado de Peá 1:1). El Sifri advierte que así como la recompensa más grande es la percibida por el estudio de la Torá, el castigo más grande es el sufrido por no estudiar Torá.
5. Quien se siente imposibilitado de estudiar, pero desea salvarse del castigo por no estudiar, ha de dedicarse por lo menos a abastecer el sustento de los alumnos y los rabinos que estudian en aras de Los Cielos y ayudarlos económicamente para que permanezcan en su ciudad y gracias a su colaboración puedan dedicarse al estudio de la Torá. El Sifri interpreta que ello se refiere a lo que está escrito: "Es un árbol de vida para quienes la sostienen", en el versículo no está escrito "para quienes la estudian", sino "para quienes la sostienen", es decir, aquellos que ayudan económicamente a los rabinos y a los alumnos. Quien se conduzca de esta manera, se le considera como si hubiese estudiado por sí mismo.
6. Cuando el alma está ante el Tribunal Celestial, es juzgada primeramente por el estudio de la Torá y luego por los demás actos (Véase Tratado de Kidushín 40b).
7. No hay precepto más importante que el estudio de la Torá, que equivale al cumplimiento de todos los demás preceptos. Porque gracias al estudio uno sabe cómo cumplir los preceptos en la práctica. Si se presentan simultáneamente el cumplimiento de algún precepto y el estudio de la Torá, en caso de que otra persona pueda hacerse cargo de ese precepto, no ha de interrumpir su estudio. Pero si no cuenta con quien se haga cargo en su reemplazo, cumplirá ese precepto y luego regresará al estudio.
8. Todo estudio de la Torá que no vaya acompañado por alguna ocupación remunerada, al final se olvidará y ocasionará cometer transgresiones, porque la pobreza incita a descuidar el cumplimiento de la Voluntad Divina. De todas maneras, no hay que considerar al trabajo como la actividad más importante, sino que se hará del trabajo algo secundario y el estudio de la Torá será lo principal. De esta manera tendrá éxito en ambos. Esto se refiere a quienes no pueden dedicarse todo el día al estudio de la Torá. Pero quienes sí pueden dedicarse todo el día al estudio de la Torá, D' les encontrará una fuente de sustento. Con más razón, quien dispone de donantes interesados en ayudarlo para que se pueda dedicar al estudio de la Torá. Se trata del contrato entre Isajar y Zebulún. Véase Rambam Hiljot Talmud Torá, cap. 3 y en el Shulján Aruj, Ioré Deá Simán 146.
9. Es pernicioso luego de la jornada laboral, reunirse con gente frívola para no hacer nada o conversar sobre asuntos fútiles. Quienes así se conducen están menoscabando a la Torá. Porque si realmente creyeran que la recompensa por el estudio de la Torá es cuantiosa, habrían de concurrir a la Casa de Estudio para estudiar leyes o leer la Torá o analizar el texto de los rezos. Quien es suficientemente diligente para correr al trabajo, aun a sabiendas que no es ello lo primordial en la vida, con mayor razón ha de ser diligente y correr a la Casa de Estudio, para dedicar por lo menos una hora diaria a la actividad que le garantiza la vida eterna. Nuestros Sabios z"l interpretan que el versículo: "pues ha despreciado la palabra de El Eterno y ha transgredido Su precepto", alude a quien pudiendo dedicarse al estudio de la Torá, no lo hace, porque menosprecia la Palabra Divina.
10. Conviene fijar un lugar en la casa, para estudiar allí leyes, versículos, Salmos o el texto de los rezos. Cuando regrese del trabajo, irá hacia allí para estudiar. Así se salvará del castigo del Infierno y reflexionará acerca de lo que le sucederá después de que abandone este mundo. Como enseñaron nuestros Sabios (Avot): Medita sobre tres asuntos y no transgredirás: ¿De dónde vienes?; ¿A dónde vas? ¿Ante Quién tendrás que rendir juicio? Se aconseja que la persona se multe a sí mismo pagando una moneda, por cada día que -adrede- no concurrió a la sinagoga o a la Casa de Estudio y no se dedicó al estudio de la Torá.
11. Quien no cumple la Torá mientras goza de riqueza, al final la anulará padeciendo pobreza. Todo aquel que cumple la Torá en pobreza, al final, la cumplirá en riqueza.
12. Cuando se termina de estudiar un Tratado Talmúdico es un precepto alegrarse y hacer un banquete.

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